Salí
corriendo del hospital tras ver la hora en el reloj que colgaba en una de las
paredes de la sala de espera. Thomas dijo que me esperaría fuera a las seis.
Cruzando la puerta, un aroma a tabaco y desesperación inundó mis fosas nasales
provocándome una leve tos seca. Miré hacia el frente y apoyado elegantemente
sobre el capó de un reluciente coche rojo, estaba Tom.
- ¿Qué has
hecho con Blondie?-pregunté acercándome a él con una sonrisa.
- Un cambio
radical, ¿te gusta?
- Me gustaba
más en amarillo pollito, sinceramente.- me reí mientras el tiraba graciosamente
de mis mofletes antes de besar mi frente.- ¿Qué te dije de mi cara? No toques,
es muy delicada.- sonreí sobándome las mejillas.
- Que quejica
eres. ¿Te llevo a casa?
Asentí y me
monté en el coche, estaba hecha polvo de no haber dormido nada así que en
cuando llegara a casa y pillara cama no habría quien me sacara. Todo el camino
fue en silencio, más bien por mi parte ya que me estaba quedando dormida contra
el cristal de la ventana.
- Melissa,
las llaves, ¿Dónde tienes las llaves?
- ¿Uhm…?
Estaba frente
a la puerta de mi casa en brazos de Tom y del zarandeo que di del susto, acabe
cayéndome al suelo. El reía exageradamente mientras yo me frotaba el muslo
derecho que me dolía de la caída matándolo con la mirada. Se agachó para
ayudarme a que me pusiera en pie, colocando su mano demasiado abajo, en mi espalda
para mi gusto, me acercó a él tan repentinamente que no me dio tiempo a
apartarme cuando sus labios ya estaban sobre los míos. En ese momento quería
apartarlo, no me sentía cómoda. Así que aunque no pudiera negar que besaba
bien, increíblemente bien, subí mis brazos hasta sus hombros empujándolo, pero
no cedía y yo sentía que me estaba empezando a agobiar. Así como si nada, algo
lo apartó de mi y cuando miré Louis estaba por cogerme en brazos y haciendo eso,
me colocó sobre sus hombros llevándome a su casa. Yo pataleaba y le gritaba que
me soltara pero no cedía. No fue hasta que me dejó en el suelo que me calmé un
poco.
- Gracias y…
¿Se puede sabes en que narices pensabas para hacer eso?- lo miré mal.
- Una
damisela en apuros.- contestó con una sonrisa torcida como gesto.
- Puedo
arreglármelas muy bien sola.
- Claro, por
eso casi te violan delante de tu casa, eso habría quedado muy bonito…
- ¡No me iba
a violar! ¡No lo conoces!
- Pero
conozco sus intenciones y sé lo que quería hacer… contigo.- sonrió con
superioridad.
- ¡Maldito
idiota entrometido!- le grité acercándome hasta la puerta.
- ¡No soy
ningún entrometido! Solo me preocupo.
- ¡Deja de
meterte en mi vida, odio que hagan eso y lo odio mas si lo haces tú!- nada mas
dije eso me arrepentí un poco, me estaba pasando cuando el solo intentó
ayudarme.
- ¡Ojalá
fueras tú la que estuviera en coma y no Noelia!- eso si me dolió, con eso no se
jugaba, de ninguna de las maneras. Lo miré fijamente mientras empezaban a
brotar un montón de lágrimas de mis ojos. Llena de rabia cogí un jarrón que
había al lado de la entrada.- No, espera, no quería decir eso…- se lo lancé premeditadamente
hacia la cabeza aunque logó esquivarlo.
- Te odio.- y
tras decir esto me alejé hacia mi casa dando un portazo.
*Narra Carlota*
Justo cuando
llegábamos a casa de Harry después de salir del hospital. Louis se precipitaba
a toda prisa por la puerta hacia la calle alegando que tenía que hacer algo
importante. Nosotros nos miramos cómplices, sin entender que pasaba y sonreímos
entrando en la casa.
- Ahora mismo
si me lanzara sobre la cama no habría quien me moviera.- comentó Harry dejando
la chaqueta sobre el perchero antes de que le sonara el móvil.- ¿Diga?... ¿En
serio?... ¡Si, es genial!... Claro, ahora se lo digo, gracias Niall.- me miró y
sus labios empezaron a estirarse hasta el punto de casi dividirle la cara en
dos con una sonrisa.
- ¿Qué pasa?
¿Está todo… bien?
- Noelia se
ha despertado.
- ¡Oh dios mío!
¿En serio?
Y mientras el
asentía y a mi se me llenaban los ojos de lagrimas de la felicidad corrí hasta
el saltando sobre sus brazos, haciendo que los dos acabáramos sobre el suelo y
llenándolo de besos por todas partes.
- ¿Sabes? Te
quiero, te quiero muchísimo.- dije a horcajadas sobre el.
- Pues yo te
quiero muchísimo más.
Tiró de mi
nuca levemente haciendo que me encontrara con sus labios y empezar así un lento
y apasionado beso. Hice desaparecer su camiseta dejándola a nuestro lado
mientras acariciaba su torso con suavidad dejándole besos por todas partes. El
colocó sus manos a tientas sobre mi cintura despojándome también de mi ropa. No
estoy segura de cuando fue que empezamos, lo que si sé es que a su lado me
sentía bien, protegida, y sobre todo, completa.