viernes, 19 de abril de 2013

Cap.21.-



Una vez sonó el timbre las niñas volvieron a bajar al salón. Noe bajo mirando con desaprobación a Lía, pero fue a abrir la puerta. Carlota, Lía y yo nos quedamos en el salón mirándonos interrogativas y la verdad es que yo no tenía muchas ganas de animar a nadie, la discusión con Louis me había puesto de mal humor. Carlota era la única feliz en casa, hasta tal vez que a veces daba saltitos de felicidad.

-Es para ti, Lía.- dijo Noelia volviendo al salón, regodeándose en la frase. Parecía mucho más contenta que cuando se había ido, tenía una extraña sonrisa que no me gustaba nada.

Tras ella venia Alex y al momento lo entendí. Parecía avergonzado, no se atrevía a mirarnos a la cara. Lía, que hasta aquel momento estuvo sentada en el sofá, con cara de pocos amigos, se levanto y fue directamente hacia él. Noe se aparto y se cruzo de brazos junto a la pared, mirándolos alternativamente con atención, como si no quisiera perder detalle. Todos nos quedamos en silencio, se podía hasta oír como Alex tragaba saliva.

-Lo siento mucho Lía.- hablo Alex en voz muy baja. Compungido.
-¡¿Que lo sientes?!-grito ella.- ¡Me dejaste tirada! Me llevaron a comisaria ¿sabías?
-Lo siento, en serio. ¡Creía que venias detrás de mi, de verdad! Tuve miedo cuando entro la policía y salí corriendo.- explico atropelladamente.- No quería dejarte...
-Pero te fuiste.- interrumpió ella.- Eres un capullo, eso no se le hace a nadie. ¡Mucho menos a tu novia!
- ¡También me pudieron coger a mí, Lía! Yo... estuve buscándote horas cuando vi que no estabas. Al final me dijeron a que comisarias se llevaron a los manifestantes y me recorrí las tres pero tú no estabas. Por eso vine aquí ahora. Perdóname, por favor...

Alex parecía desesperado, a punto de caer de rodillas delante de Lía. Me dio tanta pena... pobrecillo, él la estuvo buscando, pero comí Zayn la había traído, el no tuvo oportunidad. Lía lo había juzgado mal, eso seguro. Alex la quería mucho. Pero entonces hablo Noelia y termino de liarlo todo.

-¿Por qué no le cuentas quien te trajo a casa, Lía?-dijo sin separarse de la pared, con una sonrisa torcida.- Alex ya ha pedido perdón, ahora te toca a ti.

Lía la miro con odio. Carlota y yo prestábamos atención a todo. Por una parte yo entendía a Noelia, Lía tenía que disculparse también con Alex. No valía humillarlo así cuando ella había echo algo peor. Pero por otra parte Noelia ya tenía que estar muy enfadada para proponer algo así.

-¿Quien fue a buscarte?-pregunto el confundido.
-Mi vecino...-respondió Lía bajando la cabeza. Ya no estaba enfadada, no gritaba.
-¿Tu vecino? Pero... no lo entiendo... ¿cómo se entero? El... y tu...- Alex balbuceaba. Supongo que intentando no sacar conclusiones precipitadas.
-Estaba enfadada contigo, Alex. Me fue a recoger, pago la fianza y me trajo a casa... y...
-¿Y te enrollaste con él, no?- Lía asintió y no dijo nada mas.-Hay que ser muy...-empezó Alex, pero se tranquilizo y paro.- no me puedo creer que me hicieras eso. Sé que he hecho mal marchándome sin ti, pero esto ya es demasiado castigo ¿no crees?
-No lo pensé Alex... fue algo raro, pero...
-Ya, ya... déjalo ¿si? Ya veo que no pinto nada más aquí. Ni aquí... ni en tu vida.

Me di cuenta de que estaba llorando. Se limpio las lágrimas con la manga de la camisa. Con rabia. Se dio la vuelta y sin despedirse, agachando la cabeza, salió de casa. Esta vez sí, se escucho un portazo. Lía no lloraba, tenía la cara tensa, mezclada con una expresión de alivio y tristeza.

-Ni una palabra.- amenazo ella subiendo a su cuarto.
Noelia, que hasta ese momento parecía haber estado disfrutando, se fue a la cocina.
Eche un rápido vistazo a Carlota, esta se encogió de hombros, sin saber que decir y subió detrás de Lía.

-Te pasaste un poco ¿no?-le dije a Noe, intentando que se arrepintiera.
-Se lo merecía, ¿o me vas a decir que no?- siguió caminando hasta la nevera donde cogió un yogur. No podía decir que no, sabía que tenía razón.
-De todos modos…- empezó a sonar mi teléfono y no pude seguir con la reprimenda a Noelia. Esta se escabulló y subió a su habitación.- ¿Diga?
-¿Melissa?
-¡¿Thomas?! ¿Por qué te fuiste? ¿Dónde fuiste? ¿Estás bien?
-Hola... Si, estoy bien, es que eso era un tema tuyo y de tu… ¿vecino? Estoy en casa.
-¡Si, si, solo vecino! Dios, me tenías preocupada…
-¿En serio?- su voz cogió un pequeño tono de sorpresa, podía oír su sonrisa desde el otro lado del teléfono.
-¡Pues claro mazapán!- reímos.
-¿Mañana te apetece volver al lago...? No pudimos verlo todo, y no sacaste fotos, y…
-Claro que podemos volver.- sonreí.
-¡Genial! Mañana a las 11:00 me paso por tu casa
-Perfecto… bueno, me voy a dormir que estoy agotada… ha pasado una cosa que no te vas a…-no pude terminar porque me interrumpió. De fondo se oyó un portazo y unos golpes.
-Mañana hablamos, acaba de llegar Alex y esta como loco… Adiós, te quiero.- colgó.
-Y yo…- ¡Mierda Lía!

Fui a la cocina a calentarme un poco de leche para poder dormir y subí a mi habitación después de bebérmela. Antes de dormir estuve escribiendo un poco. Al rato me quedé dormida…

domingo, 14 de abril de 2013

Cap.20.-



Llegamos a casa de Thomas lo mandé al baño a que se diera una ducha de agua caliente para entrar en calor. Durante el camino a casa estornudó varias veces y posiblemente cogió un resfriado.

-No hay mejor manera de curar algo que un buen baño de agua calentita ¿eh Thomas?- le dije viéndolo entrar por la puerta. Levanto la cabeza sorbiendo los mocos y con cara de zombi.- Ahí va que cara, chiquillo…
-Es por tu culpa.- refunfuñó.
-Jo… No digas eso que me harás sentir culpable.
-Es que lo eres.- levantó las manos hacia el cielo.- Eres una mala amiga.
-No, yo no soy una mala amiga… y para demostrártelo, te vienes para casa que te cuido allí que tengo cosas pendientes por hacer.
-No, no quiero ir, en casa como en ningún sitio ¿no?
-Pero en mi casa.- puse cara de cachorrito.- y te preparo una sopita…
-Que no, si tienes cosas que hacer hazlas mientras… yo, moriré aquí, de soledad, mocos, tos…
-Anda quejica… vamos.

Tiré de su brazo hacia el coche y le quite las llaves para conducir yo. Me frunció el ceño, pero se dio por rendido una vez que ya subí al asiento del conductor. Llegamos a mi casa y no había nadie. Le dije a Thomas que se sentara en el sofá. Sonrió y luego me dirigí hacia la cocina dando saltitos. Le preparé mi especial sopa de pollo y cuando se la llevé me senté a su lado.

-Sopla que quema.
-Gracias.- sonrió.- Tengo frío.
-¿Si? Espera que subo a por una manta.

Subí a mi habitación y baje de nuevo para taparlo. De repente suena el timbre.

- Vaya, ¿Quién será ahora?- dije mientras le colocaba a Thomas la manta sobre los hombros.
- Ve a abrir venga, no te quedes ahí.- sonríe.

Abrí la puerta. Delante de mi apareció la figura de un chico de pelo castaño despeinado y ojos azul-verdosos, sujetando una bandeja de galletas casi más grande que el. Lleva un mandil a cuadros rojos y negros y las manos cubiertas de harina.

- ¡Louis!- grité sorprendida.- ¿Qué haces tú aquí?
- Pues…- dice con una tímida sonrisa.- He hecho unas galletas y te las he traído para que las pruebes, como buen vecino.

Me entró la risa, con el mandil estaba francamente simpático. En ese momento me calló bien, fue agradable, así que me eché a un lado para dejarlo pasar.

- Déjalas en la cocina si quieres. Bueno espera… que cojo una.- Louis sonrió al verme probarla, pero por poco tiempo. Dios estaban malísimas. La escupí asqueada sobre mi mano.
-¡¿Qué pasa?!-preguntó sorprendido.
- ¡¿Qué les has echado a las galletas?!-dije intentando digerir las pequeñas migas que aun tenía en la boca.
- Pues lo típico, leche, huevos, harina, levadura y azúcar.- cogí otra y le di un pequeño mordisco.
- No le has echado azúcar… Esto tiene sal.
-¡Mierda!- se quejó pateando el suelo.- Esto fijo que fue culpa de Harry, siempre me cambia las cosas de sitio.
- Ya… anda trae que las tiro, no te las querrás quedar como recuerdo ¿no?- digo irónica
- Que graciosa- responde con una mueca.

Fui a la cocina y las tiré todas a la basura. Que desperdicio de galletas, con la buena pinta que tenían. Pobre Louis, que desastre de cocinero. Volví al salón, pero algo iba mal. Louis está de pie en medio de la habitación. Mirando a Thomas con una cara parecida a la mía cuando probé la galleta. Tom también parecía sorprendido. Me acerqué a ellos, mirándolos alternativamente, sin saber que decir.

-¿Qué hace este aquí?- pregunta Louis señalando a Thomas. Tiene una pinta bastante ridícula haciendo ese gesto con el mandil puesto.
- Está enfermo y lo estoy cuidando.- explico secamente. No me gusta nada el tono que está empleando.
- Es que… me he caído a un lago.- responde Tom mirando hacia mí.
- ¿A un lago? ¿Qué está pasando aquí?- sigue preguntando Louis. Esto parece un interrogatorio, se está pasando...
- Melissa… ¿el es tu novio?- pregunta Tom temeroso.
- ¡Que va!- respondí de inmediato escandalizada.- es un tonto que se piensa que puede llegar a mi casa y decir lo que le dé la gana.
- Ya…- por la cara que puso parecía no creerme.- será mejor que me vaya.- Se quita la manta y se levanta convencido.
- ¡Que no Thomas! El que sobra aquí es el.
- ¡Claro!- protesta Louis levantando el tono de voz.- Aun encima que te traigo galletas, eres una desagradecida.
- Una mierda de galletas querrás decir ¿no?
- ¿Cómo que una mierda?
- ¡Le echaste sal estúpido!
- ¡Oye! ¿Nunca te han dicho que lo que cuenta es la intención?
- Sigues siendo estúpido.- Thomas hace una mueca, parece perdido en este tema.
- En serio, me voy.- dice cogiendo la chaqueta del respalde de la silla, me da un casto beso en la mejilla y se va.

Oigo la puerta, pero no es un portazo, lo bueno de él es que sigue siendo un chico tranquilo. En ese momento estoy tan enfadada con Louis que ya no intento ni detenerle.

- ¿Contento?- le grito a Louis señalando la puerta.- ¿Acaso te molestaba?
- Si, me molestaba mucho.- responde gritando también.
- ¡Eres un cretino!
-¡Y tu una caprichosa!
-¿Caprichosa? ¿Y eso a que viene?
- Emm… no lo sé, pero lo eres. ¿Qué pinta ese tío en tu casa?
- ¡Bastante más que tu, la verdad!
- ¡Yo soy tu vecino!
- ¡Y el mi amigo, cosa que tu no!
- ¡No esperes nada mas de mi, te aviso, y mucho menos galletas!
- No iba a hacerlo ¡Fuera!
- ¿Lo ves? Eres una caprichosa, primero me dices que entre y ahora me echas.
- Y tú un celoso.- cuando dije eso se paro en mitad de su camino hacia la puerta.
- ¿Celoso por qué? ¿Por una fea como tú?- lo abofeteé, con tanta fuerza que le volví la cara del revés.
-¡Lárgate de mi casa!
- Con mucho gusto.- se fue dando un portazo.

¡Dios! Me saca de quicio, ¿Quién se cree que es? En ese momento tenía muchísimas ganas de llorar, más por impotencia, que por cualquier otro motivo. Me tiré sobre el sofá boca abajo, ahogando mis gritos sobre la almohada. Poco después me quedé dormida, lo sé porque empecé a oír unos gritos procedentes de la puerta de entrada.

- ¡¿Pero a ti que te dio?!
- ¡No me grites, yo hago lo que quiero!
- ¡Así acabas después! Detenida y aun encima poniéndole los cuernos a Alex.
- ¡Hey, hey, hey! ¿A qué vienen esos gritos?- me interpuse entre la discusión de Lía y Noelia.
- ¡Que Lía se piensa que puede hacer siempre lo que se le cante!
- ¡Y tú estás siempre riñéndome sin motivo!
-¿Sin motivo? ¡Pero si estabas a punto de hacerlo con un tío al que no soportas en el sofá de su casa!
- ¿Qué has hecho Lía?
- ¡Nada! No ha pasado nada… en serio… me vino a buscar y bueno, Melissa tenía razón.
- ¿Razón con qué?-pregunté.
- Que sí que me gusta Zayn y… Alex me dejó tirada en la manifestación, en parte es culpa suya que yo volviera a pisar una comisaría.

Nos quedamos todas calladas durante un rato, en ese momento entró Carlota por la puerta, feliz como una perdiz y dando saltitos, estaba tan ensimismada que nos saludó y subió a su habitación. Nos echamos un rápido vistazo y sacudí la cabeza.

- Mejor descansemos ¿si? Será mejor, mañana ya con más calma vemos lo que hacemos.- asintieron y cada una se fue a su habitación.

De camino a mi habitación volvió a sonar el timbre. ¿Quién sería ahora?

sábado, 13 de abril de 2013

Cap.19.-



*Narra Lía*
Crucé la puerta de la salida de casa colocándome la chaqueta. En cuanto Alex me llamó salí disparada de ahí. Estaba colocándome una manga mientras corría a toda prisa sin mirar por donde iba y me choqué brutalmente contra alguien, cayendo al suelo.

- ¡Mira por dónde vas mocosa!- gritó. Su voz… levanté rápidamente la cabeza.
- ¡Zayn!- exclamé poniendo mala cara.

Llevaba su chaqueta de cuero gastada, botas negras a juego, camisa roja a cuadros y unos pantalones del mismo color de las botas, con el casco en una mano y con la otra frotándose la cabeza.

- No, mi abuelita… ¿A dónde vas con esas prisas?
- No creo que te importe.- contesté poniéndome de pie.
- Si no me importara no hubiera preguntado ¿no crees?
- ¿No te cansas de utilizar siempre la misma muletilla?
- ¿No te cansas de decir siempre la misma frase de que algo no me importa?
- No.
- Pues lo mismo… ¿A dónde ibas?- bufé. “¿Qué mierda le importa a donde vaya?”
- A la manifestación que hay en el centro. Sobre los recortes en las escuelas públicas.
- Ah…
- ¿Te vas a quedar ahí parado como un imbécil o me vas a dejar pasar? Tengo prisa, ¿sabes?

Se apartó y sin darle tiempo a decir nada salí corriendo, pasando justo por su lado inundándome ese fresco olor a menta y a tabaco que desprendía. Me di media vuelta para mirar hacia él y me lo encontré mirándome. ¡Que locura Lía! ¿Nunca te han dicho que no debes mirar hacia atrás? El tráfico estaba paralizado y colapsando las calles, casi no se podía pasar. Le envié un mensaje a Alex preguntándole donde estaba y al momento me contestó. Busqué por encima de toda la gente, pero a duras penas veía. Me subí a una farola a ver si lograba ver algo, buscando con la mirada lo encontré, estaba subiendo por una de los vallados principales con varios chavales mas, ¿acaso intentaban encerrarse en la escuela? Parecía ser que sí. A toda prisa me bajé de ahí corriendo en su dirección para alcanzarlo.

- ¡Alex, Alex!- grité desde el otro lado. El ya había saltado pero aun estaba cerca. Se giró y una sonrisa se dibujó en su cara.
- ¡Vamos Lía, sube!- coloqué mi mano derecha sobre un barrote mientras con el pie izquierdo me apoyaba donde podía. Llegando hasta arriba.- ¡Salta, yo te cojo!- salté y caí sobre sus brazos.- Hola amor, me alegra que hayas venido.- me besó.
- ¡¿Se puede saber que pretendéis encerrándoos en el colegio?!
- ¡Manifestarnos!
- ¡Hay otras formas! ¡Hay niños en ese colegio!
- ¡No hay, hoy no tienen clase!- ¿Cómo?- ¡Vamos!

Me cogió del brazo tirando de mí hasta llegar dentro. Un chico cerró la puerta colocando un mapamundi enrollado en la cerradura. Recorrimos todo el interior del colegio apresurándonos escaleras arriba para llegar a la azotea. Uno de los que venían con nosotros abrió la puerta que daba al exterior, unas cuantas escaleras más y ya estábamos fuera. Soplaba el aire con fuerza y tenía la respiración entrecortada de subir tantos pisos, me asomé a la orilla del edificio, había un montón de gente gritando. Cogí el megáfono de una chica que venía con nosotros y lo encendí. Al hacer eso provocó un ruido agudo que llamó la atención de las personas. Llevé el megáfono hasta mis labios y empecé a cantar varias consignas pegadizas que atraían a más gente a la manifestación. En menos de un minuto, cerca de trescientas personas eran las que rodeaban la calle. Estaba más animada que nunca, dejándome las cuerdas vocales en aquellas palabras.

De repente todo se volvió un caos. Una nube de humo negro comenzó a emerger desde varios puntos de las calles. Alex tiró de mi mano para bajarme de donde quiera que me haya subido y corrió, corrió conmigo como alma que lleva al diablo fuera de ahí. Bajamos escaleras y más escaleras, no encontrábamos la salida del colegio, giramos a la izquierda dos veces, luego a la derecha. Oímos golpes, la puerta, estaban golpeando la puerta que había sido trabada. Me asusté. Llevé rápidamente mi mano al bolsillo trasero del pantalón en busca del teléfono pero no lo encontraba. ¡Mierda! ¿Dónde lo habré metido? Alex ya no estaba a mi lado, la puerta se abrió de golpe y varios policías entraron por ella hacia dentro. Todo se paró en ese instante. Me encontraba sola, en medio de un pasillo desierto, la policía rodeándome. Todo era un caos. En ese momento lo único que pude hacer fue tirarme de rodillas al suelo, llevando mis manos a la cabeza y maldiciendo al cobarde de Alex por dejarme ahí sola, tirada, como a un perro sin dueño.

*Narra Zayn*
Una manifestación, si no habrá mejores maneras de luchar contra la injusticia que una manifestación. La vi alejarse a toda prisa. Se giró una vez. Era hermosa, piel clara, ojos oscuros y la melena suavemente alborotada por el viento. Llevé mis manos a los bolsillos de mi cazadora, encogiéndome de hombros. Sabe dios… cuanto daría por amarte. Bajé mi vista al suelo y vi un teléfono tirado sobre la acera, me agaché a recogerlo. ¿Será de Lía? Pulsé el botón de bloqueo y observé la foto de la pantalla, sin duda era suyo. Una foto del mojigato ese… Apreté la mano alrededor del teléfono mientras la ira recorría mis venas. Sacudí la cabeza un par de veces y guarde el teléfono en el bolsillo de la cazadora.

Me dirigí hacia la moto de nuevo y me coloqué el casco para salir a toda prisa de ahí. El tráfico era denso, no podía pasar ni con la moto. Los coches bloqueaban casi todas las carreteras. Me quité el casco. Una nube de humo comenzó entonces a levantarse, seguida de varias mas, alcé mi vista y pude ver a Lía subida sobre la azotea del colegio mayor, segundos después ya no estaba. La gente comenzó a armar un alboroto y el humo a dispersarse, varios patrulleros llegaron a la zona e intentaban a golpes entrar en la institución. La gente se revolvía y salían corriendo de allí. Los ojos me picaban por el humo, me los froté un par de veces y cuando los volví a abrir la policía salía del colegio con Lía esposada. ¡Mierda! Me coloqué de nuevo el casco en la cabeza y arranqué la moto detrás del coche de policía. Aun me van a parar a mí por exceso de velocidad.

El coche aparcó justo delante de comisaría sacando a Lía del coche para llevarla dentro. Derrapé en una curva, aparcando la moto justo en una esquina, despojándome del casco, aseguré la moto con candado a una farola y con el casco en mano entré corriendo a comisaría.

*Narra Lía*
Lo que me faltaba… cuatro semanas en esta ciudad y ya la lío, muy bien Lía. Carlota me matará… o peor aún, me dirá: Te dije que tuvieras cuidado… A veces no me vendría mal hacerle un poco mas de caso. Entré por la puerta de comisaría, estaba tranquila, ya sabía el proceso, la cuestión es: ¿A quién llamo? No tengo teléfono y no me sé los números de memoria.

-¿Lía?- Levanté la cabeza hacia la mujer que me hablaba.
- ¿Bernadette? ¡Vaya! ¿Qué haces aquí?
- Trabajo aquí… y tú, ¿Qué haces aquí?
- Esta señorita estaba subida en la azotea del colegio, una manifestante.- pronunció con repugnancia la última palabra.
- Johnson, viejo cascarrabias, la “señorita” tiene lengua para hablar.- el policía gruñó hacia la vieja amiga de mi madre y me soltó.
- Es caso tuyo.- se marchó calumniando por lo bajo.
- Lía, ¿no te llegó con la última vez que pasó esto?
- Si, pero…
- Ni peros, ni peras…- reí por lo bajo, siempre hace el mismo chiste malo.- Ahora se te puede acusar como a una adulta, la ultima vez tenias aun los diecisiete, eres mayor Lía, toca madurar. Lo siento pero esta vez tendrán que pagar la fianza para que puedas salir.
- Pero…- sacudió la cabeza y no añadí más palabras.
- ¡Lía!- Esa voz ronca y cálida, como un bombón de chocolate y almendras… algo así.- ¡Lía!- me giré hacia él.
- ¿Que haces tú aquí?
- He venido a buscarte.
- No me hace falta una niñera, gracias.
- ¡Mira, niñata desagradecida! ¡No me he recorrido casi toda la ciudad para que ahora vengas a decirme que no necesitas una niñera cuando no sabes cuidar ni a tu puto teléfono!- gritó sacándolo del bolsillo.- ¡Así que cierra esa boca impertinente y estate callada por una vez!- Bernadette, estaba contemplando la escena mientras me tenía agarrada por el codo. Se estaba riendo.- ¿Qué tengo que hacer para llevármela de aquí?
- Pagar la fianza.
- Muy bien, ¿Cuánto es?
- No quiero que pagues mi fianza Zayn.- protesté.
- Cállate. ¿Cuánto es?- ¡Si será imbécil el… tío este! Iba a volver a quejarme pero su mirada enrabietada intimidaba y decidí que lo mejor era estar callada.
- Ciento setenta y cinco libras.

¡Vaya, sí que es cara mi libertad! Por dentro me reía del echo de que Zayn tuviera que pagar pero por fuera seguía con el ceño fruncido. Le tendió el dinero a Bernadette, esta me despojó de las esposas. Froté mis muñecas varias veces, estaban apretadas.

- No lo dejes marchar Lía, este es guapo, y se ve que se preocupa por ti.- me susurró la policía guiñándome un ojo al apartarse.
- ¡Vamos!- Zayn me cogió del brazo y tiró de mí hasta la puerta.
- ¡Cuídate!- me gritó Bernadette antes de atravesar la puerta. Zayn tiró de mí hasta la moto.
- Sube.
- No pienso subirme ahí contigo, no me fío.- guardó su casco bajo el asiente y respiró hondo.
- Que subas tu maldito culo a la moto o te subo yo.- pronunció entre dientes. Tragué en seco y subí despacio detrás de él.- Agárrate.-Coloqué mis manos sobre sus hombros.- ¿Acaso quieres caerte?

Retorció sus brazos llevando sus manos hasta las mías, cogiéndolas con delicadeza y bajándolas mientras acariciaba mis nudillos con sus pulgares. Colocó mis manos bajo su pecho y las soltó dejándolas ahí para tirar por mis piernas más hacia delante, haciendo que chocara contra su espalda.

- Así estas más segura. No te sueltes.

Arrancó bruscamente saliendo a prisas de allí. La velocidad hacía que el viento agitara mi pelo de forma exagerada, empezaba a molestarme en los ojos así que apoyé mi cabeza sobre la espalda de Zayn mientras lo abrazaba con fuerza. Pronto llegamos hasta la acera de su casa. Seguía abrazada a él.

- Puedes soltarme si ves que tal, aunque me gusta que estés así.- su voz me sacó de mis pensamientos y di un pequeño salto para bajar de la moto.

Me quedé observándolo durante un rato. Seguía sentado en la moto, mirándome también. Nunca me había fijado en lo bonitos que eran sus ojos. Mi mirada se desvió hacia sus labios y me quede allí pegada unos minutos, hasta que sentí como chocaban con los míos; como si pudiera adivinar mis pensamientos.
 
Enrollé mis brazos en su cuello mientras él se ponía de pie y seguí con el beso. Me fue empujando hacia atrás hasta llegar a su puerta donde rebuscaba las llaves de casa entre los pliegues de la chaqueta mientras nos besábamos desesperadamente. Abrió la puerta y acto seguido la cerró con el pie mientras nos quitábamos atropelladamente las cazadoras el uno al otro. Salté sobre él, enroscando mis piernas alrededor de su cintura, enredando mis manos en su pelo y besándolo como si no hubiera mañana. Caímos sobre el sofá, yo encima de él besando cada esquina de su cara y bajando los besos por su cuello. Sus manos se hundían lentamente bajo mi camiseta.

-¡¿Lía?!- La voz de Noelia me paró en seco, me giré bruscamente hacia ella y pude verla cogida de la mano de Niall en la puerta. Ambos con la boca abierta. Observando cautelosamente la escena.
*Fin de la narración*