*Narra Lía*
Crucé la
puerta de la salida de casa colocándome la chaqueta. En cuanto Alex me llamó
salí disparada de ahí. Estaba colocándome una manga mientras corría a toda
prisa sin mirar por donde iba y me choqué brutalmente contra alguien, cayendo
al suelo.
- ¡Mira por dónde
vas mocosa!- gritó. Su voz… levanté rápidamente la cabeza.
- ¡Zayn!-
exclamé poniendo mala cara.
Llevaba su
chaqueta de cuero gastada, botas negras a juego, camisa roja a cuadros y unos
pantalones del mismo color de las botas, con el casco en una mano y con la otra
frotándose la cabeza.
- No, mi
abuelita… ¿A dónde vas con esas prisas?
- No creo que
te importe.- contesté poniéndome de pie.
- Si no me
importara no hubiera preguntado ¿no crees?
- ¿No te
cansas de utilizar siempre la misma muletilla?
- ¿No te
cansas de decir siempre la misma frase de que algo no me importa?
- No.
- Pues lo
mismo… ¿A dónde ibas?- bufé. “¿Qué mierda le importa a donde vaya?”
- A la
manifestación que hay en el centro. Sobre los recortes en las escuelas
públicas.
- Ah…
- ¿Te vas a
quedar ahí parado como un imbécil o me vas a dejar pasar? Tengo prisa, ¿sabes?
Se apartó y
sin darle tiempo a decir nada salí corriendo, pasando justo por su lado
inundándome ese fresco olor a menta y a tabaco que desprendía. Me di media
vuelta para mirar hacia él y me lo encontré mirándome. ¡Que locura Lía! ¿Nunca
te han dicho que no debes mirar hacia atrás? El tráfico estaba paralizado y
colapsando las calles, casi no se podía pasar. Le envié un mensaje a Alex
preguntándole donde estaba y al momento me contestó. Busqué por encima de toda
la gente, pero a duras penas veía. Me subí a una farola a ver si lograba ver
algo, buscando con la mirada lo encontré, estaba subiendo por una de los
vallados principales con varios chavales mas, ¿acaso intentaban encerrarse en
la escuela? Parecía ser que sí. A toda prisa me bajé de ahí corriendo en su
dirección para alcanzarlo.
- ¡Alex,
Alex!- grité desde el otro lado. El ya había saltado pero aun estaba cerca. Se
giró y una sonrisa se dibujó en su cara.
- ¡Vamos Lía,
sube!- coloqué mi mano derecha sobre un barrote mientras con el pie izquierdo
me apoyaba donde podía. Llegando hasta arriba.- ¡Salta, yo te cojo!- salté y
caí sobre sus brazos.- Hola amor, me alegra que hayas venido.- me besó.
- ¡¿Se puede
saber que pretendéis encerrándoos en el colegio?!
- ¡Manifestarnos!
- ¡Hay otras
formas! ¡Hay niños en ese colegio!
- ¡No hay,
hoy no tienen clase!- ¿Cómo?- ¡Vamos!
Me cogió del
brazo tirando de mí hasta llegar dentro. Un chico cerró la puerta colocando un
mapamundi enrollado en la cerradura. Recorrimos todo el interior del colegio apresurándonos
escaleras arriba para llegar a la azotea. Uno de los que venían con nosotros abrió
la puerta que daba al exterior, unas cuantas escaleras más y ya estábamos
fuera. Soplaba el aire con fuerza y tenía la respiración entrecortada de subir
tantos pisos, me asomé a la orilla del edificio, había un montón de gente
gritando. Cogí el megáfono de una chica que venía con nosotros y lo encendí. Al
hacer eso provocó un ruido agudo que llamó la atención de las personas. Llevé
el megáfono hasta mis labios y empecé a cantar varias consignas pegadizas que
atraían a más gente a la manifestación. En menos de un minuto, cerca de
trescientas personas eran las que rodeaban la calle. Estaba más animada que
nunca, dejándome las cuerdas vocales en aquellas palabras.
De repente
todo se volvió un caos. Una nube de humo negro comenzó a emerger desde varios
puntos de las calles. Alex tiró de mi mano para bajarme de donde quiera que me
haya subido y corrió, corrió conmigo como alma que lleva al diablo fuera de
ahí. Bajamos escaleras y más escaleras, no encontrábamos la salida del colegio,
giramos a la izquierda dos veces, luego a la derecha. Oímos golpes, la puerta,
estaban golpeando la puerta que había sido trabada. Me asusté. Llevé
rápidamente mi mano al bolsillo trasero del pantalón en busca del teléfono pero
no lo encontraba. ¡Mierda! ¿Dónde lo habré metido? Alex ya no estaba a mi lado,
la puerta se abrió de golpe y varios policías entraron por ella hacia dentro.
Todo se paró en ese instante. Me encontraba sola, en medio de un pasillo
desierto, la policía rodeándome. Todo era un caos. En ese momento lo único que
pude hacer fue tirarme de rodillas al suelo, llevando mis manos a la cabeza y
maldiciendo al cobarde de Alex por dejarme ahí sola, tirada, como a un perro
sin dueño.
*Narra Zayn*
Una
manifestación, si no habrá mejores maneras de luchar contra la injusticia que
una manifestación. La vi alejarse a toda prisa. Se giró una vez. Era hermosa,
piel clara, ojos oscuros y la melena suavemente alborotada por el viento. Llevé
mis manos a los bolsillos de mi cazadora, encogiéndome de hombros. Sabe dios…
cuanto daría por amarte. Bajé mi vista al suelo y vi un teléfono tirado sobre
la acera, me agaché a recogerlo. ¿Será de Lía? Pulsé el botón de bloqueo y
observé la foto de la pantalla, sin duda era suyo. Una foto del mojigato ese…
Apreté la mano alrededor del teléfono mientras la ira recorría mis venas.
Sacudí la cabeza un par de veces y guarde el teléfono en el bolsillo de la
cazadora.
Me dirigí
hacia la moto de nuevo y me coloqué el casco para salir a toda prisa de ahí. El
tráfico era denso, no podía pasar ni con la moto. Los coches bloqueaban casi
todas las carreteras. Me quité el casco. Una nube de humo comenzó entonces a
levantarse, seguida de varias mas, alcé mi vista y pude ver a Lía subida sobre
la azotea del colegio mayor, segundos después ya no estaba. La gente comenzó a
armar un alboroto y el humo a dispersarse, varios patrulleros llegaron a la
zona e intentaban a golpes entrar en la institución. La gente se revolvía y
salían corriendo de allí. Los ojos me picaban por el humo, me los froté un par
de veces y cuando los volví a abrir la policía salía del colegio con Lía
esposada. ¡Mierda! Me coloqué de nuevo el casco en la cabeza y arranqué la moto
detrás del coche de policía. Aun me van a parar a mí por exceso de velocidad.
El coche
aparcó justo delante de comisaría sacando a Lía del coche para llevarla dentro.
Derrapé en una curva, aparcando la moto justo en una esquina, despojándome del
casco, aseguré la moto con candado a una farola y con el casco en mano entré
corriendo a comisaría.
*Narra Lía*
Lo que me
faltaba… cuatro semanas en esta ciudad y ya la lío, muy bien Lía. Carlota me
matará… o peor aún, me dirá: Te dije que tuvieras cuidado… A veces no me
vendría mal hacerle un poco mas de caso. Entré por la puerta de comisaría,
estaba tranquila, ya sabía el proceso, la cuestión es: ¿A quién llamo? No tengo
teléfono y no me sé los números de memoria.
-¿Lía?-
Levanté la cabeza hacia la mujer que me hablaba.
-
¿Bernadette? ¡Vaya! ¿Qué haces aquí?
- Trabajo aquí…
y tú, ¿Qué haces aquí?
- Esta
señorita estaba subida en la azotea del colegio, una manifestante.- pronunció
con repugnancia la última palabra.
- Johnson,
viejo cascarrabias, la “señorita” tiene lengua para hablar.- el policía gruñó
hacia la vieja amiga de mi madre y me soltó.
- Es caso
tuyo.- se marchó calumniando por lo bajo.
- Lía, ¿no te
llegó con la última vez que pasó esto?
- Si, pero…
- Ni peros,
ni peras…- reí por lo bajo, siempre hace el mismo chiste malo.- Ahora se te
puede acusar como a una adulta, la ultima vez tenias aun los diecisiete, eres
mayor Lía, toca madurar. Lo siento pero esta vez tendrán que pagar la fianza para
que puedas salir.
- Pero…-
sacudió la cabeza y no añadí más palabras.
- ¡Lía!- Esa
voz ronca y cálida, como un bombón de chocolate y almendras… algo así.- ¡Lía!-
me giré hacia él.
- ¿Que haces tú
aquí?
- He venido a
buscarte.
- No me hace
falta una niñera, gracias.
- ¡Mira,
niñata desagradecida! ¡No me he recorrido casi toda la ciudad para que ahora
vengas a decirme que no necesitas una niñera cuando no sabes cuidar ni a tu puto
teléfono!- gritó sacándolo del bolsillo.- ¡Así que cierra esa boca impertinente
y estate callada por una vez!- Bernadette, estaba contemplando la escena
mientras me tenía agarrada por el codo. Se estaba riendo.- ¿Qué tengo que hacer
para llevármela de aquí?
- Pagar la
fianza.
- Muy bien, ¿Cuánto
es?
- No quiero
que pagues mi fianza Zayn.- protesté.
- Cállate. ¿Cuánto
es?- ¡Si será imbécil el… tío este! Iba a volver a quejarme pero su mirada
enrabietada intimidaba y decidí que lo mejor era estar callada.
- Ciento
setenta y cinco libras.
¡Vaya, sí que
es cara mi libertad! Por dentro me reía del echo de que Zayn tuviera que pagar
pero por fuera seguía con el ceño fruncido. Le tendió el dinero a Bernadette,
esta me despojó de las esposas. Froté mis muñecas varias veces, estaban
apretadas.
- No lo dejes
marchar Lía, este es guapo, y se ve que se preocupa por ti.- me susurró la
policía guiñándome un ojo al apartarse.
- ¡Vamos!-
Zayn me cogió del brazo y tiró de mí hasta la puerta.
- ¡Cuídate!- me
gritó Bernadette antes de atravesar la puerta. Zayn tiró de mí hasta la moto.
- Sube.
- No pienso
subirme ahí contigo, no me fío.- guardó su casco bajo el asiente y respiró hondo.
- Que subas
tu maldito culo a la moto o te subo yo.- pronunció entre dientes. Tragué en
seco y subí despacio detrás de él.- Agárrate.-Coloqué mis manos sobre sus
hombros.- ¿Acaso quieres caerte?
Retorció sus
brazos llevando sus manos hasta las mías, cogiéndolas con delicadeza y
bajándolas mientras acariciaba mis nudillos con sus pulgares. Colocó mis manos
bajo su pecho y las soltó dejándolas ahí para tirar por mis piernas más hacia
delante, haciendo que chocara contra su espalda.
- Así estas más
segura. No te sueltes.
Arrancó
bruscamente saliendo a prisas de allí. La velocidad hacía que el viento agitara
mi pelo de forma exagerada, empezaba a molestarme en los ojos así que apoyé mi
cabeza sobre la espalda de Zayn mientras lo abrazaba con fuerza. Pronto
llegamos hasta la acera de su casa. Seguía abrazada a él.
- Puedes
soltarme si ves que tal, aunque me gusta que estés así.- su voz me sacó de mis
pensamientos y di un pequeño salto para bajar de la moto.
Me quedé observándolo durante un rato. Seguía
sentado en la moto, mirándome también. Nunca me había fijado en lo bonitos que
eran sus ojos. Mi mirada se desvió hacia sus labios y me quede allí pegada unos
minutos, hasta que sentí como chocaban con los míos; como si pudiera adivinar
mis pensamientos.
Enrollé mis brazos en su cuello mientras él se ponía de pie y seguí con el
beso. Me fue empujando hacia atrás hasta llegar a su puerta donde rebuscaba las
llaves de casa entre los pliegues de la chaqueta mientras nos besábamos
desesperadamente. Abrió la puerta y acto seguido la cerró con el pie mientras
nos quitábamos atropelladamente las cazadoras el uno al otro. Salté sobre él,
enroscando mis piernas alrededor de su cintura, enredando mis manos en su pelo
y besándolo como si no hubiera mañana. Caímos sobre el sofá, yo encima de él
besando cada esquina de su cara y bajando los besos por su cuello. Sus manos se
hundían lentamente bajo mi camiseta.
-¡¿Lía?!- La
voz de Noelia me paró en seco, me giré bruscamente hacia ella y pude verla cogida
de la mano de Niall en la puerta. Ambos con la boca abierta. Observando
cautelosamente la escena.
*Fin de la narración*