lunes, 8 de abril de 2013

Cap.18.-



*Narra Aya*
- ¿Tienes todo listo?

Estaba tan inmersa en la lectura que no me había dado cuenta de la llegada de Liam. Asentí y me puse en pie recogiendo todo y guardando el libro en la mochila. Nos iríamos de acampada. Hace tres días cuando Liam me llevó al London Eye, estuvimos charlando acerca de lo que nos gusta hacer y a los dos nos gusta la naturaleza, así que se nos ocurrió la idea de ir a acampar fuera.
Guardamos las cosas en el coche y nos pusimos en marcha hasta Burtonhole Lane. Saque un par de bocadillos para comerlos por el camino y le ofrecí uno a Liam, quien aceptó de buena gana. En cuanto llegamos a la reserva aparcamos el coche y el resto del trayecto lo hicimos caminando.

- ¿Hemos llegado ya?- pregunté algo casada de tanto caminar.
- Falta poco…
- ¿Hemos llegado ya?- Liam se giró hacia mí y le sonreí.- Estaba de broma…
- ¿Te pesa la mochila?
- Un poco… pero si me dices que falta poco la aguanto, si no… ya sabes, cargas tu con ella.- reí.- como un buen caballero haría.
- Claro que si… Anda, trae aquí que te la llevo yo.
- No, no, no… Yo soy muy fuerte y rápida, puedo con todo.

Sonrió con empatía y seguimos el camino. Un tiempo después, entre tropezones, mis patéticas caídas de niña torpe y las piernas llenas de arañazos por las zarzas que se asomaban por el camino, llegamos. Dejamos las mochilas sobre unas rocas y observamos el lugar, estábamos casi en la cima del monte, un claro perfecto, el sol incidía de frente y un poco más abajo había un pequeño estanque.

- Vamos a montar las tiendas.- dijo Liam.
- ¡Si!- me acerqué corriendo hasta mi mochila para buscar mi tienda, pero no la encontraba.- Estoy segura de que la dejé por aquí…
- ¿Qué pasa?
- Que no encuentro mi tienda y sé que la traje.
- Igual se quedó en el coche…
- Oh…- dirigí mi vista hacía el camino por el que habíamos venido, veinte minutos tardamos en llegar, Liam se me quedó mirando un largo y tendido tiempo…- Liam… ¿te importa si… bueno… puedo dormir contigo esta noche?- la temperatura subió poco a poco hasta mis mejillas.
- Claro, no hay problema.- sonrió.- ¿tienes saco o también vas a tener que dormir en el mío?
-Emm…- Noté como se me encogía el estomago, haciéndome sentir como si un montón de mariposas revolotearan por ahí.- Creo, creo que lo tengo…- busqué rápidamente y sentí un alivio tremendo cuando lo encontré.- Si, aquí está.
- Perfecto, bueno, ¿qué te apetece hacer primero?
- Bajar al estanque, ¿podemos? Porfi, porfi, porfi.- le supliqué poniendo cara de perrito mojado.

Sonrió y se acercó hasta mí, pasándome de largo, dirigiéndose así ladera abajo hasta la pequeña charca. Lo seguí con torpes pasos intentando no caer y acabar haciendo la croqueta cuesta abajo. Al final del camino había un pequeño riachuelo con un par de piedras grandes que sobresalían del agua, cuando Liam saltó me tendió la mano para que hiciera lo mismo que el. Ya se ha dado cuenta de lo patosa que soy. Se la cogí y al notar el calor que desprendía, en un suspiro, acabé tropezando con la segunda piedra cayendo encima de él, los dos tirados sobre el césped.

- ¡Perdón!

Me apresuré a ponerme de pie, debía de estar rojísima porque noté como él se reía por lo 
bajo, me sacudí el short y las piernas varias veces, evitando mirarlo a la cara y me acerqué casi corriendo hasta el estanque para evitar que Liam se diera cuenta de lo incomoda que me resulto esa situación. Me agache a observar los peces y entre los juncos nadaban pequeños renacuajos y tritones, era muy bonito. Después de estar ahí un  rato, en silencio, volvimos a subir, aun teníamos que montar la tienda. Me adelanté a él y subí yo sola corriendo hasta arriba. Cogí la bolsa donde estaba guardada y empecé a desenrollarla. Menudo lío… esterillas por un lado, la tienda toda enrollada, ni que un oso hubiera dormido en ella… Desplegué la tienda poco a poco pero cada vez iba a peor, casi me cargo la esterilla principal y acabé enrolada en la tienda.

- ¿De que te ríes?- le pregunté a Liam, quien parecía divertirse mirándome hacer el ridículo.- ¿Me ayudas?

Se acercó hasta mi y poco a poco me fue desenrollando. Dios, ¿no puede evitar tocarme? Me está poniendo nerviosa. Bajó hasta mis piernas y las levantó para ayudarme a salir de todo ese revoltijo. Mierda, a este paso me pondré roja rubí. Volvió a subir hasta quedarse quieto delante de mi. Llevó una mano hasta mi mejilla apartando delicadamente un mechón de pelo que se soltó de mi moño, acariciándome y sonriéndome a la vez. Dios, tu quieres hacer que me de un ataque al corazón ¿verdad? Se fue apartando lentamente y acabó el montando la tienda.
Cuando terminamos y también recogimos un poco de leña para hacer una pequeña hoguera, ya casi había anochecido, me dirigí hasta la punta de la colina y me tumbé sobre la fina hierba mirando boca arriba hacia el cielo. Unos segundos después noté que Liam se acercaba y se tumbaba a mi lado.

- Quiero... decirte algo.-musitó. Giré mi cabeza hacia el, quien me miraba con el perfecto brillo de sus ojos y me perdí en la perfecta luz que caía de la luna sobre ellos.
- Dime.-le sonreí nerviosa.
- Es... difícil de explicar...
- Inténtalo.- sonreí.
- Veamos...-cogió mi mano que estaba cerca de la suya.- mira las estrellas.
- ¿Por qué?-pregunté confundida
- Solo míralas.
- Está bien.-fruncí el ceño-¿Y ahora?-musité una vez que mi mirada estaba puesta en el cielo una vez mas.
- ¿Las has observado alguna vez detenidamente?
- ¿Me estás cambiando de tema?- lo miré.
- No desvíes tu vista de ellas, y contéstame.-suspiró.
- No, nunca me detuve a observarlas detenidamente.
- Bien.-insistió.-yo sí, y cada vez que las veo pienso en ti, y deseo que estés haciendo lo mismo.
- Que tierno... le dije ya sonrojada.
- ¿Y sabes por qué?- se acercó a mi oído, susurrando, haciendo que la piel se me erizara por completo.
- No...-murmuré.
- Porque al verlas, siento que brillan tanto, que no puedo parar de mirarlas.-sonrió.
- ¿Y eso que tiene que ver?
- Es exactamente lo que me pasa contigo.-prosiguió.-Cuando no están de noche, siento que el cielo es un desperdicio.
- ¿Sientes que soy un desperdicio?-reí.
- No.-murmuro.-pero cada vez que no estás, siento que el mundo es un desperdicio.
- Haces que me sonroje.-le dije cuando mis mejillas ya no podían traicionar más la situación.
- No te preocupes, me gustas así. Cuando encuentras estrellas unidas, que hacen una figura, sientes que descubres algo, ¿no?
- ¿Y eso que tiene que ver conmigo?-reí.
- Cada vez que hablo contigo, siento que descubro algo más de ti, y eso me enamora cada día más…
- Liam yo..
- ¿Ves que las estrellas son la parte más importante del universo?
- ¿De verdad?-pregunte divertida.
- Bueno...para mí lo son.-sonrió.-si yo fuera el universo, tu serías mi estrella.
- ¿De verdad?-mis ojos se iluminaron frente a lo que acababa de decir.
- De verdad, tanto que si realmente fueras una estrella, nunca dejaría de mirarte.- unió sus labios con los míos comenzando, así, un dulce beso, haciendo que esas mariposas en mi estomago aparecieran otra vez.
- Te quiero Liam.-le susurre sin apartar mis labios de los suyos.

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