domingo, 14 de abril de 2013

Cap.20.-



Llegamos a casa de Thomas lo mandé al baño a que se diera una ducha de agua caliente para entrar en calor. Durante el camino a casa estornudó varias veces y posiblemente cogió un resfriado.

-No hay mejor manera de curar algo que un buen baño de agua calentita ¿eh Thomas?- le dije viéndolo entrar por la puerta. Levanto la cabeza sorbiendo los mocos y con cara de zombi.- Ahí va que cara, chiquillo…
-Es por tu culpa.- refunfuñó.
-Jo… No digas eso que me harás sentir culpable.
-Es que lo eres.- levantó las manos hacia el cielo.- Eres una mala amiga.
-No, yo no soy una mala amiga… y para demostrártelo, te vienes para casa que te cuido allí que tengo cosas pendientes por hacer.
-No, no quiero ir, en casa como en ningún sitio ¿no?
-Pero en mi casa.- puse cara de cachorrito.- y te preparo una sopita…
-Que no, si tienes cosas que hacer hazlas mientras… yo, moriré aquí, de soledad, mocos, tos…
-Anda quejica… vamos.

Tiré de su brazo hacia el coche y le quite las llaves para conducir yo. Me frunció el ceño, pero se dio por rendido una vez que ya subí al asiento del conductor. Llegamos a mi casa y no había nadie. Le dije a Thomas que se sentara en el sofá. Sonrió y luego me dirigí hacia la cocina dando saltitos. Le preparé mi especial sopa de pollo y cuando se la llevé me senté a su lado.

-Sopla que quema.
-Gracias.- sonrió.- Tengo frío.
-¿Si? Espera que subo a por una manta.

Subí a mi habitación y baje de nuevo para taparlo. De repente suena el timbre.

- Vaya, ¿Quién será ahora?- dije mientras le colocaba a Thomas la manta sobre los hombros.
- Ve a abrir venga, no te quedes ahí.- sonríe.

Abrí la puerta. Delante de mi apareció la figura de un chico de pelo castaño despeinado y ojos azul-verdosos, sujetando una bandeja de galletas casi más grande que el. Lleva un mandil a cuadros rojos y negros y las manos cubiertas de harina.

- ¡Louis!- grité sorprendida.- ¿Qué haces tú aquí?
- Pues…- dice con una tímida sonrisa.- He hecho unas galletas y te las he traído para que las pruebes, como buen vecino.

Me entró la risa, con el mandil estaba francamente simpático. En ese momento me calló bien, fue agradable, así que me eché a un lado para dejarlo pasar.

- Déjalas en la cocina si quieres. Bueno espera… que cojo una.- Louis sonrió al verme probarla, pero por poco tiempo. Dios estaban malísimas. La escupí asqueada sobre mi mano.
-¡¿Qué pasa?!-preguntó sorprendido.
- ¡¿Qué les has echado a las galletas?!-dije intentando digerir las pequeñas migas que aun tenía en la boca.
- Pues lo típico, leche, huevos, harina, levadura y azúcar.- cogí otra y le di un pequeño mordisco.
- No le has echado azúcar… Esto tiene sal.
-¡Mierda!- se quejó pateando el suelo.- Esto fijo que fue culpa de Harry, siempre me cambia las cosas de sitio.
- Ya… anda trae que las tiro, no te las querrás quedar como recuerdo ¿no?- digo irónica
- Que graciosa- responde con una mueca.

Fui a la cocina y las tiré todas a la basura. Que desperdicio de galletas, con la buena pinta que tenían. Pobre Louis, que desastre de cocinero. Volví al salón, pero algo iba mal. Louis está de pie en medio de la habitación. Mirando a Thomas con una cara parecida a la mía cuando probé la galleta. Tom también parecía sorprendido. Me acerqué a ellos, mirándolos alternativamente, sin saber que decir.

-¿Qué hace este aquí?- pregunta Louis señalando a Thomas. Tiene una pinta bastante ridícula haciendo ese gesto con el mandil puesto.
- Está enfermo y lo estoy cuidando.- explico secamente. No me gusta nada el tono que está empleando.
- Es que… me he caído a un lago.- responde Tom mirando hacia mí.
- ¿A un lago? ¿Qué está pasando aquí?- sigue preguntando Louis. Esto parece un interrogatorio, se está pasando...
- Melissa… ¿el es tu novio?- pregunta Tom temeroso.
- ¡Que va!- respondí de inmediato escandalizada.- es un tonto que se piensa que puede llegar a mi casa y decir lo que le dé la gana.
- Ya…- por la cara que puso parecía no creerme.- será mejor que me vaya.- Se quita la manta y se levanta convencido.
- ¡Que no Thomas! El que sobra aquí es el.
- ¡Claro!- protesta Louis levantando el tono de voz.- Aun encima que te traigo galletas, eres una desagradecida.
- Una mierda de galletas querrás decir ¿no?
- ¿Cómo que una mierda?
- ¡Le echaste sal estúpido!
- ¡Oye! ¿Nunca te han dicho que lo que cuenta es la intención?
- Sigues siendo estúpido.- Thomas hace una mueca, parece perdido en este tema.
- En serio, me voy.- dice cogiendo la chaqueta del respalde de la silla, me da un casto beso en la mejilla y se va.

Oigo la puerta, pero no es un portazo, lo bueno de él es que sigue siendo un chico tranquilo. En ese momento estoy tan enfadada con Louis que ya no intento ni detenerle.

- ¿Contento?- le grito a Louis señalando la puerta.- ¿Acaso te molestaba?
- Si, me molestaba mucho.- responde gritando también.
- ¡Eres un cretino!
-¡Y tu una caprichosa!
-¿Caprichosa? ¿Y eso a que viene?
- Emm… no lo sé, pero lo eres. ¿Qué pinta ese tío en tu casa?
- ¡Bastante más que tu, la verdad!
- ¡Yo soy tu vecino!
- ¡Y el mi amigo, cosa que tu no!
- ¡No esperes nada mas de mi, te aviso, y mucho menos galletas!
- No iba a hacerlo ¡Fuera!
- ¿Lo ves? Eres una caprichosa, primero me dices que entre y ahora me echas.
- Y tú un celoso.- cuando dije eso se paro en mitad de su camino hacia la puerta.
- ¿Celoso por qué? ¿Por una fea como tú?- lo abofeteé, con tanta fuerza que le volví la cara del revés.
-¡Lárgate de mi casa!
- Con mucho gusto.- se fue dando un portazo.

¡Dios! Me saca de quicio, ¿Quién se cree que es? En ese momento tenía muchísimas ganas de llorar, más por impotencia, que por cualquier otro motivo. Me tiré sobre el sofá boca abajo, ahogando mis gritos sobre la almohada. Poco después me quedé dormida, lo sé porque empecé a oír unos gritos procedentes de la puerta de entrada.

- ¡¿Pero a ti que te dio?!
- ¡No me grites, yo hago lo que quiero!
- ¡Así acabas después! Detenida y aun encima poniéndole los cuernos a Alex.
- ¡Hey, hey, hey! ¿A qué vienen esos gritos?- me interpuse entre la discusión de Lía y Noelia.
- ¡Que Lía se piensa que puede hacer siempre lo que se le cante!
- ¡Y tú estás siempre riñéndome sin motivo!
-¿Sin motivo? ¡Pero si estabas a punto de hacerlo con un tío al que no soportas en el sofá de su casa!
- ¿Qué has hecho Lía?
- ¡Nada! No ha pasado nada… en serio… me vino a buscar y bueno, Melissa tenía razón.
- ¿Razón con qué?-pregunté.
- Que sí que me gusta Zayn y… Alex me dejó tirada en la manifestación, en parte es culpa suya que yo volviera a pisar una comisaría.

Nos quedamos todas calladas durante un rato, en ese momento entró Carlota por la puerta, feliz como una perdiz y dando saltitos, estaba tan ensimismada que nos saludó y subió a su habitación. Nos echamos un rápido vistazo y sacudí la cabeza.

- Mejor descansemos ¿si? Será mejor, mañana ya con más calma vemos lo que hacemos.- asintieron y cada una se fue a su habitación.

De camino a mi habitación volvió a sonar el timbre. ¿Quién sería ahora?

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