sábado, 23 de marzo de 2013

Cap.13.-



*Narra Lía*
-Bueno, ¿preparado? Como en los viejos tiempos.
-¿Acaso alguna vez no lo he estado? Como en los viejos tiempos.-afirmó mientras una divertida sonrisa hizo asomar sus dientes.
-Ya conoces las normas, el primero en retirarse, pararse, caerse… pierde y le toca invitar al otro a un helado, ¿entendido? Y no vale hacer trampas Alex.
-¿Un helado? Me cambias las apuestas. Lo de las trampas dilo por ti guapa, yo siempre juego limpio.
-3…2…1… ¡Ya!

Y empezó la competición. Desde que éramos pequeños a Alex y a mí siempre nos ha gustado competir entre nosotros en cosas que se nos dieran bien para enseñarle al otro quien era mejor, antes apostábamos besos, ahora eso ya no va conmigo, prefiero algo que se pueda consumir a algo que me traiga viejos recuerdos. El se lanzó desde su extremo de la rampa y yo desde el mío entrecruzándonos los caminos varias veces. Sentía como estaba empezando a perder velocidad y no me apetecía nada estar escuchando el resto de la tarde pasarme por los morros que ganó el. Eso era la peor tortura de todas. Cuando llegue al extremo opuesto cogí mas impulso del debido, tanto, que casi me caigo por la velocidad, milagrosamente conseguí mantener el equilibrio. Llevábamos ya cuatro largos e intensos minutos yendo y viniendo, de un lado a otro, estaba empezando a aburrirme la monotonía así que me crucé por su camino intentando cambiar un poco el rumbo. Lo pilló tan de sorpresa que mientras me miraba adelantó demasiado un pie haciendo que el monopatín diera un vuelco y se callera al suelo.

-¡Gane! Una vez más señores y señoras… Lía Celemín vuelve a ganarle a Alex Campelo. ¡Si señor!
-¡Has hecho trampas! Te has cruzado en mi camino.-Me baje del monopatín sonriente y triunfadora y le tendí la mano para ayudarlo a ponerse en pie, pero como no, tiró de mi haciendo que quedara justo delante de él, a escasos centímetros de sus labios.- Me debes algo…
-Alex no…-susurré muy bajito.-yo no he apostado eso…
-Lo sé, solo… hazlo.- abrí los ojos de par en par, en verdad tenía ganas, pero no, ¿Qué me pasa? No puedo besarlo, no debo ¿Qué hago? Todas esas preguntas pasaron rápidamente por mi cabeza y me hicieron reaccionar.
-No.- me puse en pie con una mirada inflexible.- levántate, me debes un helado.

Después de ese accidente estuve un poco molesta, aunque me resultaba casi imposible enfadarme con él, era mi mejor amigo. Se disculpó mientras tomábamos ese delicioso manjar helado así que claramente tuve que perdonarlo, lo sé, no aguanto nada enfadada, ¿Qué le voy a hacer? Estábamos sentados en un banco, ya habíamos terminado el helado y estábamos charlando un poco sobre lo que hicimos durante los últimos años. Estaba sentada con mis piernas sobre su regazo cuando vi parecer un peculiar Audi R8 Spyder por la carretera. Un chico alto, algo desgarbado, de tez morena y despeinado bajó de el, acto seguido me di cuenta de quien era y no me importó lo mas mínimo que estuviera ahí; hasta que una chica alta, morena, de piernas largas y curvas pronunciadas, con unos pechos que parecía que iban a estallar en cualquier momento debido al ajustado top que llevaba… salió de la puerta del copiloto toda coqueta y se abrazaba al cuello de Zayn como si él fuera de su propiedad, dios que ganas tenía de darle una buena patada en el trasero, en un momento Zayn miró en mi dirección y se bajó las gafas de sol hasta la punta de la nariz para sonreírme hipócritamente, me resultaba tan asqueroso…

-¿Qué mir…?-no dejé que Alex acabara la pregunta cuando yo ya estaba besándolo.


“Mierda, ¿Qué estoy haciendo?” pensé. Mirando la cara de decepción de Zayn de reojo, me sentí bastante contenta, la verdad. Cuando se fue sentí la necesidad de apartarme de Alex, no quería provocar en él falsas ilusiones. Aunque realmente extrañaba esos besos.

-Solo…quería recordar como era todo antes…
-Ahá…
-Yo… creo que debo irme…

Sin darle tiempo a que dijera nada cogí mi skate y salí a toda prisa de ahí, no debí hacer eso…No debí besarlo… me sentiré culpable toda la vida si llego a lastimarlo, aunque realmente, me gustó.

*Narra Aya*

Que poca gente hay hoy en la biblioteca… Mejor, menos barullo y más concentración. Me decidí a buscar en libros antiguos, Jonathan Swift, Jane Austen, tal vez… algo de Mary Shelley, si, buscaré su famosísima novela de Frankenstein, me gusta mucho. 

-Cuanto polvo hay entre estos libros.- pensé en voz alta.

-Por el grosor del polvo en los libros de una biblioteca pública puede medirse la cultura de un pueblo.- me giré y vi a Liam detrás de mí, observándome con curiosidad.- ¿Nunca oíste ese dicho Aya?
-Hola Liam… No, la verdad es que no, pero me gusta.-sonreí.
-¿Qué buscabas?
-Frankenstein, de Mary Shelley… Llevo un rato buscando.
-¿No será este?- levanta su brazo con el libro entre sus dedos, sujetándolo con delicadeza.
-Si, ese exactamente, ¿me lo dejas?- extendí mi mano pero él se echo hacia atrás negando con la cabeza.
-Ciertamente, lo estaba leyendo.-agaché mi cabeza apenada.- Pero si me das un motivo por el que de verdad me apetezca dejártelo, te lo cedo.- sonreí.- ¿Por qué te gusta este libro?
- No lo sé muy bien pero me gusta la visión de Victor Frankenstein, se rebela contra la tradición, crea vida y modela su propio destino.
-Me gusta tu forma de ver las cosas, aunque yo lo veo más bien como que su impecable ambición es un engaño a sí mismo, disfrazada como la búsqueda de la verdad.

Estuvimos debatiendo durante un rato más nuestra visión sobre la novela, me resultaba extrañamente excitante la inteligencia de este chico aunque sus negativos rasgos en visión de Mary Shelley eran algo irritantes, pero a la vez atractiva. Finalmente mi cabezonería lo hizo rendirse entregándome el libro. Me puse muy contenta y una media sonrisa irónica se asomo entre mis labios. En modo de agradecimiento lo invité a tomar un café, me caía realmente bien, y ciertamente, era muy agradable y dulce. En la cafetería nos sirvieron un par de cafés espumosos con un precioso diseño, realmente me daba pena bebérmelo. Cuando di el primer sorbo al bajar la taza Liam se rió y cuando le pregunté que pasaba, posó suavemente su dedo pulgar sobre mi labio superior para limpiarme la espuma, enseguida me ruboricé, que efectos causaba este chico en mi…El tiempo en esa cafetería con e se me pasaba volando.

-Tengo que irme ya Liam, se me está haciendo algo tarde.
-Te acompaño, yo también tengo que ir ya a casa.- sonrió y sin que me diera cuenta ya fue directo a la barra a pagar el.
-Oye, que te invité yo.- me crucé de brazos fingiendo un enfado.
-Tarde.-sonrió dándome un leve toque con su dedo índice en la punta de mi nariz, haciendo que al momento mis mejillas pasaran de rosaditas a un tono rojizo, ¿Cómo podía hacer que me sintiera así?- Te ves preciosa cuando te sonrojas y ya es la segunda vez.
-Pues como no pares me volveré un tomate y personalmente, no me sienta bien el rojo.- esbozó una leve carcajada y dirigiéndonos fuera me sujetó la puerta como todo un caballero para que pasara delante de él.- Gracias.

De camino a casa fuimos hablando sobre nuestros planes de futuro, se veía que el realmente lo tenía todo preparado, mientras que yo siempre le daba vueltas al mismo asunto. Caminando tan pegados varias veces nuestras manos se rozaron y después de esos incómodos, aunque preciosos momentos, nos callábamos durante un rato. A veces yo misma a propósito para sentir el calor de su mano. Al llegar nos quedamos callados durante unos segundos en el umbral de mi puerta, sin saber que decir.

-Bueno, yo… voy a entrar ya…-comenté casi en un susurro.
-Si, vale… ¡Oye!-exclamó de repente.- Aun tenemos pendiente esa cita para ir al London Eye ¿no?
-¿Cita?
-Bu… bueno, salida…- se le enrojecieron instantáneamente las majillas.
-Si, acepto esa cita contigo Liam.- sonreí y antes de entrar se acerco y besó mi mejilla.- Hasta mañana…- susurré.
-Hasta mañana.- sonrió y se dirigió a su casa.

Dios. Que desesperación. Nunca me había sentido así, creo que este chico me está empezando a gustar… ¡Pero no puede ser! Yo no busco un novio... mi vida va dedicada a los libros, estoy demasiado ocupada para este tipo de intromisiones… ¿O no?
*Fin de la narración*

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